miércoles, 21 de julio de 2010

do you renounce Satan? (Part II)

Es difícil ser congruente, con lo que se piensa y lo que se hace; muchas veces pretendemos serlo (a quienes no nos vale un comino), pero nos gana el miedo a enfrentar ciertas situaciones.

Admiro a aquellos que pueden serlo, porque pasan a través del fuego de la hipocresía, utilizando el escudo de la "verdad" y salen airosos.

Pienso que aun así podemos cometer errores, algunos que nos costaran mas que lágrimas, pero sabremos que en ese momento, bajo esas circunstancias, fue nuestra mejor decisión, y esa es la respuesta para nuestras dudas de conciencia.

"La maladad no son solo existe en lo que hacemos, si no también en lo que pensamos. Las buenas intenciones no basta con pensarlas, se necesitan reforzar con hechos."

miércoles, 7 de julio de 2010

Un día normal

En un día de trabajo, me molesta abrir los ojos y mirar que en el despertador restan minutos para que empiece a sonar la alarma: "¡Puta!".

Entre que decido si permanecer acostado un poco más o levantarme, pasan los minutos, hasta que recuerdo lo batalloso que se vuelve encontrar lugar en el estacionamiento del trabajo y que llegar tarde es motivo de que nos descuenten el día de salario: "Con mucho esfuerzo y mas desgano que ánimos, así empieza este hombre a dar sus primeros pasos. La sensatez vence la pereza".

Estoy arreglandome y tomando mi tiempo con calma, cuando me percato de que ya es hora de haber salido de casa, y aún no me he afeitado: "Prefiero llegar tarde, pero dar mi mejor cara". Estoy contra reloj, ya saliendo de mi casa, y no traigo mi celular, después de una fugaz reflexión, decido regresar por el: "2 minutos menos en la cuenta regresiva".

Entro en el carro y veo que el indicador de la gasolina está bajo: "Debí ir a cargar gas el día de ayer, no hay tiempo de pasar a la gasolineria". Entonces todo el sistema de estrellas, planetas, lunas, galaxias, se alinean solo para conspirar en contra mía y contra mi misión de llegar a tiempo.

El trafico está imposible, me voy por un carril esperando ir mas rápido y se detiene un camión urbano, mientras que los autos que iban tras de mi pasan con el semáforo aun en verde. Por fin me regreso al carril izquierdo, y recupero terreno. Escucho la sirena de una ambulancia, pero aun es mas mi afán por acelerar que por ser prudente. Veo salir la ambulancia en la cuadra siguiente y en mi distracción no veo que el auto de enfrente está detenido, cediéndole el paso a la ambulancia. Por reflejo, piso con toda mi fuerza el freno, y entre el rechinido de las llantas aferrándose al pavimento y la adrenalina que me prepara para el impacto, logro por centímetros evitar el choque.

Ese suceso me pone en evidencia y pienso en toda la situación: "No fueron los planetas, ni un dios en cólera, fui solo yo; hice todo lo necesario para llegar tarde". Finalmente arribé a mi destino, tarde, sin lugar para estacionar mi auto, y posiblemente trabajando el día "gratis".

El día apenas inicia, pero ya se que mañana me levantaré mas temprano.

viernes, 2 de julio de 2010

La lluvia que no cesa

Implacable frescura que se precipita,
una fuerza violenta que ha sido desatada.

En la víspera de una luz esperanzadora, las lágrimas se pierden
entre gotas de lluvia, y esta parece no terminar.

Cuanto mas fuerte el temporal, mas plantados están mi pies en el suelo. Cuanta mas corriente pasa sobre mi, mas me resisto a ella.

Pero surge en mi una duda que me hace desistir y me dejo llevar por la tempestad.

¿Como es posible seguir de pie cuando se está rodeado de tristeza
con mascara de felicidad?.

Y pienso que hemos aprendido a gozar nuestra tristeza, mas que ningún otro sentimiento; hemos encontrado la afinidad con los demás, compartiendo los infortunios.

Sobre mí cae una lluvia que no cesa.