sábado, 25 de agosto de 2012

Crónicas en el paraíso


Eres el típico caso de neurosis, no hay duda.
Regresas a tu dormitorio y cual es tu sorpresa que
se encuentra todo ordenado, ¡que desastre!, piensas.
Buscas al culpable, y estas dispuesto a decirle que puede
hacer con sus pertenencias lo que le plazca,
incluso quemarlas, pero que no toque las tuyas;
solo lo piensas y callas.

Te has vuelto un tanto rudo, piensas que la vida te ha hecho así,
que es un mecanismo de adaptación. Llega el tipo burdo, ha medirte
con sus vosiferaciones, ya le tienes preparadas las replicas
y lo dejas sin respuesta y con una sonrisa socarrona.
Sin embargo, no tienes las ideas afinadas, la lucides suficiente
cuando tienes frente de ti a esa mujer de hermosa
figura y alma pura, las palabras salen con torpeza,
por lo menos no has perdido tu humor y le causas una delicada sonrisa.

Sabes apreciar los pequeños detalles de la vida,
esos triunfos que llenan de gloria a este paraíso ensombrecido.
Sabes que la paciencia es una virtud que premia a sus devotos,
y tiempo tienes a tu disposición, mas no todo a discreción.
Te has identificado a ti mismo en tu realidad, en tu contexto,
y has desechado muchos prejuicios y vicios propios.
Enfrentaste la desilusión y la miseria, y eso no
fue suficiente para doblar tu inquieta juventud.

Ha llegado el gran momento, tienes que demostrar que eres capaz
pero no tienes nervio, te encuentras muy sereno, sabes que
se pudo haber hecho mas pero estás confiado en ti
y con lo que cuentas en ese momento.
Pronuncian tu nombre, es hora de que entres y des la cara,
en ese momento sientes un frío rumor a través de tu cuerpo y abres tu boca.