martes, 15 de noviembre de 2011

Melancolía

Un día empieza con nuevo brío
el sol está en lo alto y con esplendor nos cubre con su luz.
Hoy a esa luz hay lugares donde no se le tiene permitido llegar
hay lugares que se prefiere mantener ocultos y en secreto.

En esta jornada hay un sentimiento desalentador en el ambiente
que nubla con desazón la moral, las ideas y los anhelos.

Hoy la melodía que llega a mis oídos me inunda de ansiedad
en el interior se estrujan fibras que hacen recordar los fantasmas del pasado
y las penas por las causas perdidas.

Aunque el ánimo se lleve con desdén, hay obligaciones por cumplir
y estas no comprenden motivos ni permiten excepciones.

La puesta de sol va acompañada por un leve rumor alentador
que vive y respira con buena intención
pero no es capaz de revertir el colapso causado por ese sentimiento demoledor.

Solo resta soportar el embate, otro amanecer llegará.

lunes, 18 de julio de 2011

Metafísica

Mi pensamiento muy temprano se inclinó por el de los hechos,
lo que es palpable, comprobable, visible a la luz.
Sin embargo entran en juego fuerzas en nuestro entorno que no están definidas propiamente, que incluso exigen un pensamiento abstracto.

En la ciencia el hombre encuentra conocimiento y ciertas explicaciones.
En la fe encuentra el consuelo que su alma le pide,
pues sobre ella asecha el insoportable fracaso que oscurece toda existencia.

En esa penumbra donde los seres vivimos, nos encontramos a nosotros mismos.
Se entrelazan conexiones invisibles que al accionar con brusquedad hacia uno de los lados, alguien de lado contrario resiente el movimiento.

Somos contradictorios, complicados, con mil y un defectos congénitos,
pero con un astra a nuestro favor: dueños de nuestra voluntad para ir en contra del destino.

Soy el autor de una crónica narrada en prosa que parece más un ensayo,
un ensayo que termina siendo una novela de sinsabores y alegrías.
Soy el dramaturgo de mi historia que plantea rehuir cada día a su propia tragedia.

jueves, 23 de junio de 2011

¿No ser parte del problema, nos hace parte de la solución?

El problema es de seguridad, es de libertad, es social y es global. Se puede ser indiferente con lo que sucede, pues "ya suficiente tiene uno con sus problemas como para resolver los de los demás", es común pensar.

Y surge la duda de ¿hasta donde cada quien es responsable de lo que nos sucede como comunidad?. Pienso que en mayor o menor grado cada uno de nosotros contribuimos a mejorar o empeorar la convivencia y la situación en una ciudad. Los actos de cada uno tienen una repercusión hacia todos.

¿No ser parte del problema, nos hace parte de la solución?: No necesariamente. Se puede no ser parte del problema, no ser cómplice, pero por inacción tampoco somos parte del objeto solucionador.

Hacer lo que nos toca desde nuestra casa, en nuestro círculo de impacto, formando a nuestros hijos como los hombres y mujeres del mañana parecía la receta perfecta; hoy nos damos cuenta de que es insuficiente.

Se requiere involucrarse en mayor medida en las deficiencias de una sociedad de la que somos parte para producir el bienestar que todos esperamos de ella.

No todos tenemos porque ser líderes sociales o activistas, pues también tenemos una vida personal y cosas que consideremos mas prioritarias, pero si podemos reflexionar sobre que podemos ofrecer a los demás que no ofrecemos ahora.

"El hombre que busca sentido a su existencia no lo encontrará estando en soledad, si no cuando aprenda a compartir".

sábado, 14 de mayo de 2011

Los Jinetes del Apocalipsis

"Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira."

Apocalipsis 6:1


La envidia, esos celos por lo que no nos pertenece o no hemos logrado, es un sentimiento que nos envenena y nos lleva a la frustración. ¿Por qué no entender que el éxito o logros de los demás en base al sacrificio de su trabajo les pertenece a ellos?, no hay nada que envidiar, solo admiración, un recordatorio de que nosotros también podemos lograrlo.


El miedo, ese temor que nos hace cautivos, no es más que un freno que no nos permite avanzar. Qué gran sensación de orgullo a aquel que lo afronta con corazón noble y logra atravesar esa pared invisible.


El odio, el peor de los sentimientos, un ancla de plomo enorme que nos sujeta a algo o alguien y desvirtúa nuestro camino. ¿Cuánto más hace falta para saciar esa sed de odio?, nada podrá llenar ese hueco o sensación de vacío, nada. El perdón o en su caso el olvido, son mejores opciones para curarse esa malaria.


La maldad, producto de una mente enferma con un corazón sombrío, la campeona de la salida fácil. Destruye todo a su paso y deriva en todo lo negativo que el humano ha aportado en siglos de historia. ¿Por qué no aspirar a ser mejores si podemos ser productores de verdaderas virtudes?.

Nuestros demonios internos son los que nos hacen perder humanidad. Todos tenemos derecho a ser felices, pero no a costa de los demás.

lunes, 25 de abril de 2011

La Banda

Es una tarde, ahora típica de 40° en la ciudad, con el viento soplando, como si hubiera tras de el una flama ardiente.

El día de hoy mi carro me vuelve a dejar tirado, por segunda vez en una semana; no me vuelvo loco, y pienso en una solución, no solo eso, la mejor solución posible.

Estoy con el cofre del auto abierto, revisando lo que parece ser una banda de motor rota cuando llega un chavo en su coche, preguntando sobre que había pasado.

Me causa extrañeza, pero le respondo: es la banda. El joven me muestra su tarjeta de presentación, la del taller mecánico donde trabaja. La oferta de arreglar la avería en 30 min sonaba muy tentadora.

Mete la mano por un costado del motor y logra sacar la banda rota, me dice que así será mas sencillo encontrar un repuesto; le respondo que para mí que esa banda no era de ahí, no es la que el motor necesitaba, no le quedaba y por eso reventó.

Me dice que le de algo de dinero, para ir a conseguir la banda, yo desconfiando un poco le digo que le acompaño, me dice que mejor.

Me subo a su carro, un poco destartalado, y me dice que lo acababa de recuperar, que había sido robado, por gente que lo usó para fines delictivos, sabrá Dios. Se notaban los desperfectos, lo único que funcionaba correctamente era el motor, parecía estar intacto: cómo no iba de estarlo, si el es mecánico.

Conseguimos la banda, y yo recordando que la misma banda que llevábamos de muestra no podía ser la que se requería, sugiero que compremos la que marca la computadora como la que corresponde al modelo y motor: el mecánico solo por aquello de las dudas, pregunta si hay devoluciones, le dicen que si,

Vamos en camino, y alguien le habla a su celular, parece ser alguien que lo espera y le reclama que donde está (intuí esa pregunta, por la respuesta que el dio). Él le dice a la mujer que le habla, que lo espere, está atendiendo un trabajo y la recompensa va ser llevar un poco de dinero para que puedan salir por la noche.

Estamos de nuevo en mi carro, y alguien más le habla, al parecer el mecánico se llevo unas llaves que el dueño del taller necesitaba, confiando en que estaríamos ahí para entonces, le dice nuestra ubicación, solo que la banda no quedó.

Vamos de regreso a la tienda, cuando le vuelven a hablar al mecánico y este se sorprende y me dice: me dijeron que nos vienen siguiendo.

Yo volteo a ver por el espejo lateral y pienso mal a como están las cosas, ¿querrán asaltarnos?, ¿quién?, seguramente un demente como los que andan sueltos. Le pregunto que si el taxi nos viene siguiendo, y el responde que no, su papá, el dueño del taller venía atrás de nosotros para recoger las llaves. Menos mal.

Hacemos el cambio y adquirimos la banda que era exactamente igual a la que se reventó, aun y a pesar de mi escepticismo.

La banda quedó y el auto volvió a encender, le agradezco su ayuda y le pago por su trabajo al mecánico; el sigue su camino.

Los últimos rayos de luz de día se desvanecen y yo voy de nuevo avanzando sobre el asfalto.


"Que es la vida si no momentos que compartimos en este tiempo y espacio."

martes, 8 de marzo de 2011

Los Deseos

Todo aquel que quiere algo, cómo un niño a un dulce, es porque ya ha probado su
sabor, y el volver a saborearlo le hace sentir unas ganas irrefrenables de obtenerlo.

¿Por qué esa gente hambrienta de poder, jadea, por volver a tener un nuevo mordisco de ese corrosivo manjar?

Será porque eso les brinda la comodidad que necesitan para su hedonismo.

¿Y si es un pobre diablo que en su vida ha tenido poder alguno, más que el de su voluntad?

No suena lógico; tal vez la ausencia de algo, haga surgir el deseo por conseguirlo.

¿Será el deseo origen de todo bien y maldad?

Pienso que si.

¿Cómo saciar el deseo, si no sabes que vas a obtener en realidad?

La respuesta es fácil: hazlo, y prueba tú mismo.

¿Cómo confiar en lo justo y lo noble de nuestras acciones para conseguirlo?

Dentro de nosotros, en la conciencia, en la mente lo sabremos, y será una verdad inherente a nosotros mismos. Nuestras aspiraciones deberían ir encaminadas a buscar satisfacer, de manera favorable un objetivo: aquello que produzca un progreso en nosotros y en los demás.

Sabio sea aquel que elija bien.

Valiente el que no tema fallar.

martes, 25 de enero de 2011

Mi yo visceral

No quiero pensar tanto las cosas,
mas bien quiero por una vez actuar
a lo que el sentimiento manda.

He pasado mucho tiempo planeando y pensando
y vez tras vez fallando en mis intentos,
y ya me aburrí de siempre intentar sin lograr
completar un objetivo.

Para esto la experiencia me sirve un comino,
es como si de nuevo estoy dando mis primeros
pasos en asuntos de romance y seducción
-Aunque he de reconocer que volver a experimentar
esas sensaciones de nervio y emoción
resultan siempre exitantes-,
ya no pretendo ser un aprendiz.

Esta vez le he dejado el control
a mi parte mas intuitiva,
a esa que no le puedo pedir explicaciones.

Creo que no puede fallar.