La sutil caricia del indómito viento
colma de desahogo mi irascible ánima
que conturbada permanece y que sollozarse pretende.
Es tan desmesurado y basto el regocijo que en mi vivió
que de esas reliquias persiste fulgor
y no se habrá de narrar epílogo aún.
Suave y dulce efluvio de flores
cálido y emotivo estrujón, que arrincona mi corazón y no lo deja pirarse
lo mantiene palpitante y deseoso, de lo que le es justo y merecido:
perdón y conocimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario